El síndrome de Williams es una enfermedad genética rara caracterizada
por un trastorno del desarrollo que asocia una malformación cardiaca
(con frecuencia la estenosis valvular supraaórtica, SVAS) en el 75 % de
los casos, con retraso psicomotor, con una dismorfia facial
característica y un perfil cognitivo y conductual específico. La
incidencia de las formas típicas es de 1 por cada 20.000 nacimientos;
sin embargo, existen formas parciales de incidencia desconocida. Los
niños que sufren el síndrome de Williams presentan un rostro muy
característico: puente nasal aplanado con una punta bulbosa, boca grande
con un labio inferior ancho y evertido, mejillas rellenas, edema
periorbitario, epicanto y, a menudo, iris estelar. Con la edad, la cara
se hace más estrecha y los rasgos, más prominentes. El perfil cognitivo
está dominado por el déficit visuoespacial, que contrasta con las
relativamente bien conservadas habilidades lingüísticas. Los niños
afectados muestran un comportamiento hipersocial e interaccionan bien
con otras personas. Tienen una sensibilidad especial a los ruidos y
buenas habilidades musicales. La prevalencia de la caries dental es
mayor y a veces se asocia con hipoplasia del esmalte.
Oftalmológicamente, el 40 % de los niños afectados presentan estrabismo o
trastornos de la refracción. Pueden observarse desde el nacimiento
malformaciones vasculares tales como la SVAS y la estenosis de la
arteria pulmonar o renal, que puede provocar hipertensión arterial
renovascular. La hipercalcemia puede derivar en nefrocalcinosis. El
síndrome de Williams está causado por una microdeleción en la región
cromosómica q11.23 de una copia del cromosoma 7. No se puede detectar
mediante un cariotipo convencional y se revela mediante análisis FISH
(hibridación fluorescente in situ), que conduce a un diagnóstico en el
95 % de los casos. Esta microdeleción, que generalmente se produce de
forma esporádica, se traduce en la pérdida de muchos genes, incluyendo
el gen de la elastina. Las malformaciones vasculares requieren un
seguimiento regular, así como un tratamiento especializado. Por esta
razón, los niños afectados por el síndrome de Williams deben ser
atendidos por un equipo de cardiología pediátrica con conocimiento de
esta patología. El tratamiento de la hipertensión arterial requiere de
la combinación de un tratamiento farmacológico con una dieta y un estilo
de vida saludables. La decisión de optar por la intervención quirúrgica
de la estenosis de la arteria renal debe tener en cuenta la afectación
global de las paredes vasculares en esta patología. La hipercalcemia se
trata mediante una dieta con restricción de calcio. La tensión arterial y
la función renal requieren de vigilancia permanente. El enfoque
educativo de los niños afectados por el síndrome de Williams se debe
proponer en un entorno multidisciplinar con la participación de
pediatras, ortodoncistas, psicomotricistas, logopedas y psicólogos. Los
pacientes adultos rara vez son autosuficientes.
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